Archive for 2008

Roñoquero y Mamblea: los embusteros originales

Maracaibo es un hervidero de jocosidad, algarabía y malas costumbres. ¿Alguna vez han escuchado o leído la oración “Maracaibo es calurosa, no por su clima sino por su gente”? aunque bastante trillada, viene a ser muy cierta puesto que todo el brillo de la capital zuliana radica en su gente, en su regionalismo, en su constante echadera de broma, y por supuesto, su calor humano. Tomando en cuenta esas características, vemos como a través del tiempo se han desarrollado una serie de historias, fábulas y cuentos que han trascendido no sólo en el Zulia, a veces en Venezuela e incluso el mundo, que perfectamente se identifican con el maracaibero común.

Roñoquero y Mamblea: los embusteros originales

Nombrar a este par es asociarlos automáticamente con el embuste (la mentira), el ocio y Maracaibo. Primero ¿Quiénes fueron Roñoquero y Mamblea? Estos señores alarmaban a los ya agitados maracaiberos con sus fantásticas historias. Según cuentan las viejas lenguas, lo hacían no para ganar dinero, sino para obtener a cambio cerveza.

Aún cuando pertenecen al imaginario popular maracaibero, este par les pasó como al General de la obra de García Márquez: no tuvieron a nadie que escribiera sobre ellos. Aún así, son recordados al momento de recitar algún insulto que busca comparar con alguna mentira o exageración (“estáis peor que Roñoquero y Mamblea de mentiroso”)

He aquí una historia utilizada por el articulista Miguel Thoddé sobre Roñoquero y Mamblea:

Una vez los llevaron a Ondas del Lago, emisora de radio pionera en sus tiempos para una competencia de mentiras. Roñoquero contó que se había lanzado de un avión a 3000 metros de altura.

Lo hizo sin paracaídas. Y cayó en el lago, sobre un cocodrilo al que mató con el golpazo, y luego salió nadando hasta la orilla... ¡Fresquecito! Cuando le tocó a Mamblea éste habló de una tarde en que estaba en África, de cacería, con una escopeta 16 que tenía una sola bala rasa. Allí mismo vio a un tigre gigantesco que junto a un león tenían todo listo para "comérselo". Mamblea relató que se fue colocando, moviéndose horizontalmente, de manera de ubicar uno tras otro, en fila, y allí no más les disparó traspasando los dos cuerpos.

Todo el mundo habló de la exageración y parece que allí estaba también, de asistente a la radio, el tipo aquel. Cuando le preguntaron qué opinaba de las dos historias relatadas tuvo una gran salida y se ganó el premio.
La Vieja de los mangos

Esta historia es reciente, tanto que algunos ya hasta les fastidiará por lo repetitivo que estuvo el tema en varios medios. La protagonista original de esta historia, según el diario Panorama, se llama Carmen Daría de Bracho, quien falleció en el año 2001. Fue grabada en el 97 por su nieto y su sobrino en una de esas tantas “rabietas” que tenía la anciana mujer.

En la grabación se escucha todo un repertorio, por llamarlo de alguna manera, de expresiones muy utilizadas por los zulianos. El audio corrió como pólvora el año pasado en Maracaibo, entre repiques de celulares y una serie de versiones, incluido el rap, en discos compactos en el Mercado de las Pulgas y tuvo hasta su versión “fílmica”. (Gracias a Álvaro por la info)



Fantasmas de la Casa de la Capitulación o Casa Morales

Este sitio histórico es uno de esos lugares en Maracaibo que los maracaiberos saben de su existencia pero poco y me atrevo a decir que nunca, la han visitado. Fue mandada a construir en el siglo XVIII y su valor reside en que fue el sitio donde el último Capitán General español en Venezuela capituló, luego de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo (por ello el nombre de Casa de la Capitulación).

Allegados de quienes la poseen actualmente en forma de comodato (La Academia de la Historia y la Sociedad Bolivariana) aseguran que en ciertas horas del día y sobre todo, en la noche, vagan fantasmas pidiendo por su alma. Según dicen, estas apariciones son esclavos y sirvientes maltratados y hasta fallecidos en la construcción durante la época de la colonia. Quizás si la historia fuese oficial, la casa tendría algún atractivo y llegaría eso que le escasea: las visitas.

martes, 23 de diciembre de 2008
Publicado por: David Padilla g

5 razones para no creer en el primer comprador del iPhone en Venezuela


El de la imagen es Daniel Gomes, el primer comprador del tan ansiado iPhone en nuestro país. Ante la prensa, Gomes dijo:

“No soy fanático de los celulares, lo necesito por trabajo y todo lo que se consigue es ilegal en la calle y los precios son absurdos” [1]

Ahora bien, he aquí cinco razones para no creerle al afortunado abogado y pensar que es un fanático extremo de la moda o de la marca:
  1. La cola para adquirir el perolito inició a las 5 y 30 de la mañana según los propios organizadores contratados por Movistar Venezuela.
  2. Movistar tiene en su catálogo, además del iPhone, 19 modelos de teléfonos inteligentes con precios que van desde 500 hasta 2700 Bolívares Fuertes.
  3. Los planes Blackberry de la misma compañía son más completos que los del iPhone, algunos incluso, a mejor precio.
  4. Por ser primero le dieron 75% de descuento en el equipo.
  5. Tiene pinta de poder recitar la tabla periódica completa.
Vamos Daniel, no te apenes de ser geek, friki, nerd o como te quieran etiquetar. Más bien disfruta tus cinco minutos de fama y de envidia de seres como nosotros que queremos ese coroto con tremendo descuentazo (aunque por ahí salió alguien comentando que se hizo con uno totalmente gratis gracias a sus puntos del Club Movistar).
domingo, 16 de noviembre de 2008
Publicado por: David Padilla g

No te eches el polo



De vuelta al ruedo por este espacio, he de mostrar un blog que espero logre estirar las piernas y corra por un buen tiempo en la red. Les hablo de No te eches el polo, una iniciativa que se desengavetó simplemente por la necesidad de un medio en la escuela de Comunicación Social en la Universidad del Zulia (LUZ) y que está orientada a servir como un híbrido entre periódico y cartelera a favor de los estudiantes del mencionado rincón de nuestra casa de estudios.

Sinceramente trato de colocar mi mejor esfuerzo por aquella cuestión, primero por la confianza que le han dado los profesores y compañeros, que no nombro porque nunca terminaría, y segundo, porque me parece inaudito que tanto en el estado Zulia como en nuestra facultad, no haya nuevas propuestas informativas que no sean las relacionadas con el denominado Periodismo Institucional.

 Es que si sacan cuentas, vemos que con la cantidad de egresados de las cuatro escuelas de Comunicación Social en nuestro estado, es más que suficiente para reemplazar o transformar los medios carentes de calidad periodística que tenemos hoy en día.

Ya por último, y casi para dar una úlcera, vemos como los candidatos para la representación estudiantil, que dicen abogar por un cambio, prometen que al llegar al poder habrá más y mejores medios universitarios, como si hubiese que ser Presidente de algún centro de estudiantes para que eso suceda.

En fin, y luego del catarsis, he aquí No te eches el polo, blog que les pido promuevan con un post o simplemente agregándolo al listado de links (o ambos) y que espero, no marque ninguna diferencia en la historia, pero por lo menos logre promover un mejor periodismo.

La imagen del volante, después del salto.
domingo, 15 de junio de 2008
Publicado por: David Padilla g

Rafael Osío Cabrices y la crónica


Me considero un fanático acérrimo de las crónicas de Osío Cabrices porque definitivamente el tipo sabe mantener una buena línea narrativa con un tremendo número de elementos que dejan alguna reflexión o por lo menos empatía con el tema expuesto. Buscando pistas sobre el paradero del libro La Vida Sigue, compilación de su columna en la revista dominical de El Nacional, me he encontrado con una entrevista que el mencionado diario le hiciese al autor a propósito del lanzamiento de su tercera obra.

 Aquí además de contarnos un poco de sí mismo, da algunas sugerencias de cómo debería ser, desde su punto de vista, el cronista actual, sobre todo el venezolano. Por cierto, en una parte se toca el tema de que ha dado varios talleres sobre crónicas. Yo de fastidioso le pregunté, vía correo electrónico, a ver cuándo lo veríamos por aquí en una de esas misiones, y esto fue lo que respondió:

Nunca nadie me ha invitado a Maracaibo a hacer nada ni en LUZ ni en la Cecilio Acosta, así que no, no tengo planes de ir. Me gustaría, pero no hay nada en el horizonte.
¿Algún personaje o grupo maracaibero interesado en traerlo? ¿O sólo los conciertos de reggaeton y vallenato tienen cabida en nuestra ciudad? Fragmentos de la entrevista después del salto.
¿Cuáles considera que son las cualidades que no deben abandonar a un buen cronista?-En primer lugar, debe ser observador, desarrollar una especie de sexto sentido, que tiene mucho de intuición y de método, aunque no se pueda explicar con totalidad cómo funciona. En segundo lugar, tener una mentalidad flexible para conocer a los demás y a sí mismo. Se debe aprender a distinguir la heterogeneidad en la muchedumbre, de la misma manera que un botánico es capaz de ver un montón de especies en donde sólo se ve una masa verde. En tercer lugar, deber ser curioso con la cultura, es decir, no puede limitarse a leer la literatura de su época, también debe recurrir a lo que otros han descubierto en otras épocas. Un buen cronista debe estar ávido de descubrir cosas nuevas. 

-¿Qué le falta de los cronistas que admira?
-De Ryszard Kapuscinski la capacidad de renunciar a una vida de comodidades y afectos para meterse en el corazón de las tinieblas y narrar lo que nadie contaba. Lo mismo puedo decir de Jon Lee Anderson, que pasó tres años en Cuba y por eso salió la biografía del Ché. Yo, en cambio, pasé ocho días en Cuba y por eso escribí Salitre en el corazón. Si pienso en Vladimir Nabokov o Ítalo Calvino considero que me falta el genio y la educación que ellos tuvieron, y que yo nunca voy a poder tener. Porque una cosa es criarse en la Europa de mitad del siglo XX a través de exilios, y otra vaina es criarse en Valencia en la década de los 80. 

-En sus crónicas hace énfasis en la perspectiva del país desde la clase media, ¿por qué no incluye a otros sectores?
-Me gustaría hacerlo, salir más del este de Caracas y de Caracas. Sin embargo, en esta etapa me preocupa hablar de la clase media evadiendo el discurso de "hay que irse porque el país no funciona" o "este país es maravilloso". Me interesa hablar del mundo del que provengo, de los prejuicios que tenemos, de los estereotipos con los que vemos la realidad. Se habla constantemente de los pobres, pero yo no lo quiero hacer sin antes conocerlos bien. No quiero caer en generalizaciones. 

-Usted ha dictado talleres sobre crónica. En su experiencia, ¿cuáles son las posibilidades de este periodismo narrativo en el país?
-Me encontré con que hay gente que no está dispuesta a hacer los sacrificios que la escritura exige, es decir, la humildad y el trabajo duro. Hay personas que van con la idea de que ir a un taller les enseñará a escribir. Ese es un camino corto, nadie puede enseñar a escribir como un maestro. Se pueden dar consejos, pero lo que realmente forma es leer mucho y escribir, aun cuando esto signifique pelear consigo mismo. Siento que hay mucho talento desperdigado que debería acompañarse con trabajo duro. 

Realidad Vs Ficción

-Pese a que la crónica puede poner en riesgo la vida de una persona, publicar ficción resulta más reconocido, ¿cuál es su opinión al respecto?
-La ficción es un hecho artístico y estético indiscutible. Resulta arduo tratar de producir en los demás lo que otros escritores han generado en mí. Eso me parece más ambicioso que escribir crónicas. Me siento más seguro como periodista, pero reconozco que tengo mis limitaciones en ese ámbito, yo no soy un reportero de investigación, como sí lo puede ser Alfredo Meza. Hay cosas que yo no hago bien, no soy un periodista de tubazos, por ejemplo. Soy un híbrido con una pata en la ficción y otro en el periodismo, es por eso que hago crónica. 

-Si bien empezó escribiendo narrativa hasta ahora no ha publicado un libro de este género, ¿a qué se debe esa espera?
-He escrito poca literatura, una vez que empecé con el periodismo tenía que vivir de eso. Es ahora, luego de años, que asumo que debo escribir ficción. Sin embargo, he tenido la suerte de incluir este elemento en las crónicas de La vida sigue. Admito que me siento más inseguro con la ficción, pero inevitablemente mi próximo libro estará enmarcado en esta categoría. 

-¿Hay diferencia a la hora de redactar una crónica o crear un cuento?
-Hay habitaciones del espíritu cuyas puertas sólo se abren cuando se va a hacer ficción. Supongamos que hay un almacén con varios depósitos dentro del que escribe. En mi caso, abro varios de estos compartimientos con las herramientas del periodismo, pero a ellos les sumo otros más cuando voy a hacer ficción. Es como si una persona que todos los días cocina decide en ciertas ocasiones buscar unas trufas para preparar algo especial.
sábado, 7 de junio de 2008
Publicado por: David Padilla g

El día de la inscripción


Me tomo un té, de esos que por su calidad, parecen hechos con agua de lluvia, y trato de aprovechar uno de los dos días más sociables dentro de la Facultad de Humanidades y Educación, por lo que me siento a conversar con alguien que comparta mis penas, me tomo fotos con cuanto personaje se atraviese, o persuado a algún amigo del período anterior, para que vea cualquier materia conmigo. 

Si en algún momento 
señalé lo horrible que es un proceso de inscripción en la Escuela de Comunicación Social, he aquí hoy una crónica donde intento describir lo que se vive en un día de esos.

Sobre la crónica: En alguna parte debía terminar esta cuestión, además de la papelera, luego de que lo entregase en una clase de periodismo de opinión. Si decides leerlo, coge mínimo que el texto es largo y de seguro está en chino.

El día de la inscripción


Son aproximadamente las ocho de la mañana, y aunque ya hay personas esperando para inscribir materias, el proceso de inscripción aún no inicia. Por octava vez en los cuatro años que llevo estudiando en la Universidad del Zulia, me he creído el anuncio del Centro de Estudiantes en las pancartas que hacen, y con el que mutilan el tráfico peatonal, de que a esa hora comenzaríamos. 

“Me toca inscribirme de tarde” acostumbro a decir sin que me lo pregunten, de forma autómata, tal cual como lo ha decidido alguna autoridad basándose en mi promedio de calificaciones, en la cantidad de unidades aprobadas, en cuántas veces vengo a clases, y vaya usted a saber que otro perolito le metan con tal de justificar el presunto evento meritocrático. Aún así, llego temprano por la simple razón de que estar desinformado en horas de la tarde, es igual a caminar ciego con tiburones blancos esperando tu caída, debido a que uno puede tropezarse con pequeñas sorpresas como saber que una veintena de personas con números posteriores al tuyo, ha pasado en el turno de la mañana, o que todo se ha retrasado porque el bendito computador está lento, y en el peor de los casos, que el proceso de inscripciones en la Escuela de Comunicación Social, se haya cancelado.
Afortunadamente ha sido un día medianamente bueno y ya han pasado varios alumnos a la hora correspondiente. Los compañeros denominados “nuestros voceros”, nos clasifican por mención audiovisual, relaciones públicas o impreso -está última es a la que pertenezco- y al son de una letárgica voz, nos indican que debemos subir por una concurrida escalinata, previa examinación visual que puede evitarse con el amiguismo o el engaño. 

Ya casi a mediodía, comienza a verse en todo su esplendor el proceso. Entre saludos y hasta aplausos, a la usanza de un artista de cine, los profesores se integran a los que han subido por la resguardada escalera de granito, mientras que los alumnos cercanos a ser llamados, chequean por décima octava vez el papeleo exigido, como si no hubiesen tenido tiempo suficiente para ello. Luego de un rato, la cola se detiene. La misma voz que anunciaba los números para poder subir, ha dejado de hacerlo y en su lugar, esparce como la sarna el estrés entre los estudiantes al mencionar el respectivo receso de dos horas, aunado a la larga e interminable lista de materias donde ya no hay cupo disponible.


Tres paquetes de chicle después, el compañero de ritmo parsimonioso anuncia el retorno del traumático proceso y con una garganta repotenciada a punta de un buen bistec, anuncia mi tan esperado número. “MACUR en mano papá”, me dicen en tres oportunidades al pedir el requisito antes de llegar a un salón posterior a las escaleras y a un largo pasillo, y aunque la velocidad de atención aquí es totalmente distinta a la de abajo, la deficiente calidad sigue siendo la misma.

En este lugar, donde nos acomodan y desacomodan un par de veces, desaparece la fatiga que proviene de la multitud, y se reduce la ansiedad al saber cuáles materias ya están cerradas gracias a la información que alguna persona ha escrito en la pizarra. Se sigue el trayecto con la atención de algún profesor que nos asesora, y que luego de una firma, -y quizás de una revisión final- nos permite el acceso para buscar lo que hemos ido a conseguir.

Con papeles en mano, se pasa a una tercera y última área, donde el movimiento depende de la rapidez de la impresora, de la habilidad del asistente de computación o de la agilidad propia para evitar a los “colaos”, gente que dirá estar embarazada, vivir al otro lado del mundo o hasta desmayarse, con tal de inscribirse primero. En la fila que serpentea entre hileras de pupitres, se adormece la mano por intentar inútilmente de ahuyentar el calor, o por haber saludado a tantas personas en tan poco tiempo. Es en este momento y lugar donde se conocerá de memoria el color de las paredes y techos, sus múltiples imperfecciones y uno que otro se regodeará porque tendrá la oportunidad de ver tantos traseros femeninos.

Al final, y dependiendo de nuestra suerte, saldremos del operador de la maquina con un exquisito horario elaborado justo a la medida, o por el contrario, y como generalmente me sucede a mí, con un desesperante, incomprendido y dañino cronograma de clases que provoca desecharlo y que elimina las aspiraciones de libertad pautadas para los próximos cuatro, cinco o seis meses, sin contar que quizás, se necesite suplicar clemencia a un profesor para que asigne un cupo de clases, y repetir este incómodo proceso en las conocidas “Modificaciones”.

Finalizada la tortura, con un comprobante de inscripción listo para ser solicitado en los venideros eventos, un buen analgésico produce tanto alivio como respirar aire fresco luego de haber ingresado a un baño público y la sensación de estar inscrito, dependiendo de los casos, es sentir que se pisa un peldaño más en esa meta que queremos lograr, por la que luchamos día a día en la universidad, y por la que sufrimos cada periodo hasta recibir un título de pregrado, aunque la satisfacción desaparece rato después con el primer “bienvenidos” del lunes siguiente, cuando se retoma una vieja rutina con nuevas expectativas y esperanzas en su haber.
martes, 13 de mayo de 2008
Publicado por: David Padilla g

Inscripciones en LUZ... de nuevo el martirio


En veinte minutos tengo que ir a inscribir materias para el nuevo semestre en la Universidad del Zulia (LUZ). Para los que estudian en la Facultad de Humanidades, específicamente en la escuela de Comunicación Social, entenderán lo alarmante de ese anuncio debido que hay que estar con mucha antelación a codearse con el poco de seres que están en lo mismo y que golpearán, escupirán o hasta mostrarán los senos con tal de salir temprano de ese remollejero.

Para los que no entiendan la situación, he aquí un pequeño fragmento de lo que hay que pasar por horas, antes de subir a decirle a la operadora de la computadora: " mete las materias que te de la gana con tal de que no choquen entre sí".


jueves, 10 de abril de 2008
Publicado por: David Padilla g

El Boulevar de las empanadas


Boulevar de las Empanadas


Con el debido respeto a los cardiólogos, hoy muestro un sitio en Puerto La Cruz que hay que visitar por lo menos una vez en la vida antes de estirar la pata. Y es que si bien es cierto que en Maracaibo son populares los pastelitos y las mandocas, no hay nada como llegar al Boulevard de las empanadas, justo al lado de Aeroexpresos Ejecutivos y de la terminal donde se toma el ferry a Margarita. 

El lugar, rodeado de excesivas vallas que te venden a Tarek William Saab como el mejor gobernador que ha pisado esa tierra, tiene al menos entre 20 o 30 locales ubicados sucesivamente, donde las empanadas se exhiben en grandes tazones resistentes a la ardiente grasa de donde son freídas y el calor de las pailas hace que uno inconscientemente se pierda pensando en qué sabor seleccionar, eso si no hay una mesa, silla o un maracucho perdido que se atraviese en el camino del corredor frontal.

Elegir es algo difícil. Muchas personas dicen "todas son iguales", pero los conocedores de la materia saben que aunque la masa si lo es, la sazón del relleno no. Decanté por el local numero 15 (denominado Amalia) por sugerencia de mi tía, sin embargo vi que todos ofrecían lo mismo: las básicas que son pollo, queso, jamón y carne -viniendo de Maracaibo no tenía gracia ni mirarlas- y las especialidades de la zona como pepitonas, triple perla, la clásica de cazón y dos que me llamaron poderosamente la atención y tuve que regresar a probarlas: una monstruosidad denominada cruzao que tenía tantos mariscos como para decir basta y la de pabellón marino, que a diferencia del típico plato venezolano, se puede cambiar la carne por cazón, pero sigue manteniendo el plátano frito (al exceso diría yo), queso y caraotas.
Vale destacar que se pueden acompañar con unas salsas que rozan en lo exótico por este territorio debido a que van desde ensaladas, pepitonas, pasando por el queso amarillo con look semi rancio hasta llegar al infaltable picante en todas sus versiones.

Los precios varían dependiendo de lo que se haya pedido, pero generalmente las últimas que mencioné son las más caras y las más sencillas tienen un buen precio-tamaño. Si van a estar varios días por el oriente venezolano, les recomiendo llevarse una buena cantidad de dinero porque una vez que entran a estos locales, van a querer probarlas todas.
martes, 8 de abril de 2008
Publicado por: David Padilla g

Buhonerismo en Maracaibo

Es increíble como el buhonerismo se ha incrementado en Maracaibo. Pasamos de ver "hippies" en algunas aceras hasta crear centros comerciales o mercados para albergarlos. 

En Las Pulgas, es horrible como coexisten entre la basura, los chinos y la inseguridad; en las calles, es sorprendente la cantidad de artículos que han agregado a la venta: desde las fotocopias de la ley de moda, las infaltables antenas de televisión, frutas que han aguantado sol inclemente, el control remoto universal que corta-pica y estornuda, el muñeco Chávez que no habla, la versión pirata del libro de Harry Potter, la bandera patria o de los países mundialistas de fútbol, la franelita roja, azul o blanca para alguna marcha, el "forrito" del celular que trae maripositas, la película mal grabada que está en la cartelera y hasta los pepitos, manís y tostones vencidos.

Buhonerismo Maracaibo

Y es que aunque este es un mal que pica y se extiende, se ha hecho parte de la cotidianidad maracaibera, así como todo aquel semáforo mal ajustado que causa "trancas", el tremendo mural dañado por el clima o el hueco a mitad de la calle donde hay que pasar despacio para que no se dañen los amortiguadores. Quedan con el respectivo repertorio de imágenes (cortesía de Yennilet Salazar).

Buhonerismo Maracaibo

Buhonerismo Maracaibo

Buhonerismo Maracaibo

Buhonerismo Maracaibo

Buhonerismo Maracaibo

Buhonerismo Maracaibo

Buhonerismo Maracaibo
Buhonerismo Maracaibo

Buhonerismo Maracaibo

Buhonerismo Maracaibo
martes, 26 de febrero de 2008
Publicado por: David Padilla g
Seguramente a más de uno le ha rondado el pensamiento, luego de aguantar un ardiente sol o estar encerrado en un lugar con poca ventilación y vista, que trabajar desde la casa debe ser de lo mejor. Pues ciertamente tiene sus buenos beneficios en este mercado usualmente dominado por programadores, diseñadores, publicistas, creadores de productos artesanales (como galletas y comidas) y por qué no, ociosos y pendencieros.

Yo que estuve dos años trabajando de sol a sol, tragando polvo y viajando constantemente y encontré refugio en los dos trabajos que realizo desde cualquier parte donde haya Internet, puesto que puedo cuadrar mi horario de clases al trabajo y no viceversa.

Ahora bien, tomando en cuenta mi experiencia personal y de varias personas que están en lo mismo, he traído a la balanza lo bueno y lo malo de trabajar desde la casa.
Lo bueno
  • Ciertamente lo más fenomenal es que no se está condicionado a usar ningún tipo de uniforme. Una franela roída y un short, basta y sobra. Algunos más extremos optan por los desnudos, allí por lo momentos, no me incluyo.
  • El horario. En algunos "empleos" se condiciona las horas laborales, aún así ir al baño las veces que quieras, tomar alguna bebida, estirar las piernas y demás actividades no están supervisadas por lo que se puede hacer libremente. Se puede dar pausa cuando uno lo desee y así hacer esas diligencias necesarias, sin tener que avisar que vas a hacerlo a tu superior.
  • Levantarse tarde es lo más deseado, sin embargo, eso quita productividad por lo que se debe tener sentido común y no abusar de ello. Lo bueno es que uno puede decidir cuando levantarse temprano y cuando no.
  • Controlas esos gastos desmedidos, a veces indeseados, provocados por el clima, compañeros, trabajo y demás, como comprar alguna bebida, comer en cierto restaurante, entre otros.
  • Tu hora de salida dependerá de tu agilidad y tu esfuerzo, nada mejor que eso. Aunque puede haber ciertas limitaciones en cuanto a horario, como ya lo mencioné con anterioridad.
  • Mayor control en tu ambiente laboral; colocar o retirar algo que no te guste, permitir el paso a quien tu decidas, encender o no un televisor o un reproductor de música.
Lo malo
  • Dependiendo de la actividad y del empeño, tu vida social en horas de trabajo estará limitada a un vecino, el perro que ladra o al paracaidista que calculó mal la caída y llegó a tu casa. De resto, no hay esa sociabilidad que consigue hasta un visitador médico. A algunos no les importa, otros tienen el respectivomessenger y el celular, sin embargo, estar encerrado en una casa sin ver o conversar con personas no es algo muy saludable que digamos.
  • Las condiciones físicas irán decayendo, siempre y cuando no se tenga un régimen de ejercicios.
  • En ocasiones, el "encierro" lleva a la ansiedad, y con ello viene la "necesidad" de comer, beber y hasta fumar.
  • Te conviertes en el responsable de la casa. Los habitantes de tu casa, si salen, preguntarán si alguien los llamó o los vino a buscar, que a tal hora llegará un paquete y debes estar pendiente, entre otras cosas. Si no existe una comunicación muy sana, puede que pidan tu ayuda y que dejes tu trabajo para dedicarte a labores domésticas como limpiar, cocinar o reparar algo.
sábado, 12 de enero de 2008
Publicado por: David Padilla g

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