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- Rafael Osío Cabrices y la crónica
Publicado por: David Padilla g
sábado, 7 de junio de 2008
Me considero un fanático acérrimo de las crónicas de Osío Cabrices porque definitivamente el tipo sabe mantener una buena línea narrativa con un tremendo número de elementos que dejan alguna reflexión o por lo menos empatía con el tema expuesto. Buscando pistas sobre el paradero del libro La Vida Sigue, compilación de su columna en la revista dominical de El Nacional, me he encontrado con una entrevista que el mencionado diario le hiciese al autor a propósito del lanzamiento de su tercera obra.
Aquí además de contarnos un poco de sí mismo, da algunas sugerencias de cómo debería ser, desde su punto de vista, el cronista actual, sobre todo el venezolano. Por cierto, en una parte se toca el tema de que ha dado varios talleres sobre crónicas. Yo de fastidioso le pregunté, vía correo electrónico, a ver cuándo lo veríamos por aquí en una de esas misiones, y esto fue lo que respondió:
Nunca nadie me ha invitado a Maracaibo a hacer nada ni en LUZ ni en la Cecilio Acosta, así que no, no tengo planes de ir. Me gustaría, pero no hay nada en el horizonte.
¿Algún personaje o grupo maracaibero interesado en traerlo? ¿O sólo los conciertos de reggaeton y vallenato tienen cabida en nuestra ciudad? Fragmentos de la entrevista después del salto.
¿Cuáles considera que son las cualidades que no deben abandonar a un buen cronista?-En primer lugar, debe ser observador, desarrollar una especie de sexto sentido, que tiene mucho de intuición y de método, aunque no se pueda explicar con totalidad cómo funciona. En segundo lugar, tener una mentalidad flexible para conocer a los demás y a sí mismo. Se debe aprender a distinguir la heterogeneidad en la muchedumbre, de la misma manera que un botánico es capaz de ver un montón de especies en donde sólo se ve una masa verde. En tercer lugar, deber ser curioso con la cultura, es decir, no puede limitarse a leer la literatura de su época, también debe recurrir a lo que otros han descubierto en otras épocas. Un buen cronista debe estar ávido de descubrir cosas nuevas.
-¿Qué le falta de los cronistas que admira?
-De Ryszard Kapuscinski la capacidad de renunciar a una vida de comodidades y afectos para meterse en el corazón de las tinieblas y narrar lo que nadie contaba. Lo mismo puedo decir de Jon Lee Anderson, que pasó tres años en Cuba y por eso salió la biografía del Ché. Yo, en cambio, pasé ocho días en Cuba y por eso escribí Salitre en el corazón. Si pienso en Vladimir Nabokov o Ítalo Calvino considero que me falta el genio y la educación que ellos tuvieron, y que yo nunca voy a poder tener. Porque una cosa es criarse en la Europa de mitad del siglo XX a través de exilios, y otra vaina es criarse en Valencia en la década de los 80.
-En sus crónicas hace énfasis en la perspectiva del país desde la clase media, ¿por qué no incluye a otros sectores?
-Me gustaría hacerlo, salir más del este de Caracas y de Caracas. Sin embargo, en esta etapa me preocupa hablar de la clase media evadiendo el discurso de "hay que irse porque el país no funciona" o "este país es maravilloso". Me interesa hablar del mundo del que provengo, de los prejuicios que tenemos, de los estereotipos con los que vemos la realidad. Se habla constantemente de los pobres, pero yo no lo quiero hacer sin antes conocerlos bien. No quiero caer en generalizaciones.
-Usted ha dictado talleres sobre crónica. En su experiencia, ¿cuáles son las posibilidades de este periodismo narrativo en el país?
-Me encontré con que hay gente que no está dispuesta a hacer los sacrificios que la escritura exige, es decir, la humildad y el trabajo duro. Hay personas que van con la idea de que ir a un taller les enseñará a escribir. Ese es un camino corto, nadie puede enseñar a escribir como un maestro. Se pueden dar consejos, pero lo que realmente forma es leer mucho y escribir, aun cuando esto signifique pelear consigo mismo. Siento que hay mucho talento desperdigado que debería acompañarse con trabajo duro.
Realidad Vs Ficción
-Pese a que la crónica puede poner en riesgo la vida de una persona, publicar ficción resulta más reconocido, ¿cuál es su opinión al respecto?
-La ficción es un hecho artístico y estético indiscutible. Resulta arduo tratar de producir en los demás lo que otros escritores han generado en mí. Eso me parece más ambicioso que escribir crónicas. Me siento más seguro como periodista, pero reconozco que tengo mis limitaciones en ese ámbito, yo no soy un reportero de investigación, como sí lo puede ser Alfredo Meza. Hay cosas que yo no hago bien, no soy un periodista de tubazos, por ejemplo. Soy un híbrido con una pata en la ficción y otro en el periodismo, es por eso que hago crónica.
-Si bien empezó escribiendo narrativa hasta ahora no ha publicado un libro de este género, ¿a qué se debe esa espera?
-He escrito poca literatura, una vez que empecé con el periodismo tenía que vivir de eso. Es ahora, luego de años, que asumo que debo escribir ficción. Sin embargo, he tenido la suerte de incluir este elemento en las crónicas de La vida sigue. Admito que me siento más inseguro con la ficción, pero inevitablemente mi próximo libro estará enmarcado en esta categoría.
-¿Hay diferencia a la hora de redactar una crónica o crear un cuento?
-Hay habitaciones del espíritu cuyas puertas sólo se abren cuando se va a hacer ficción. Supongamos que hay un almacén con varios depósitos dentro del que escribe. En mi caso, abro varios de estos compartimientos con las herramientas del periodismo, pero a ellos les sumo otros más cuando voy a hacer ficción. Es como si una persona que todos los días cocina decide en ciertas ocasiones buscar unas trufas para preparar algo especial.