Publicado por: David Padilla g martes, 17 de febrero de 2015

Fotografía: Pascal Maramis
Si de algo ha servido la red de redes es para trabajar freelance, sin limitaciones de muchos tipos, un modelo que podría verse tergiversado según la óptica del contratante o del empleador. También ha funcionado para verter experiencias, como si un whisky pasara de un vaso a otro con la diferencia de que el nuevo se repotencia con el hielo (y quizás con un poco más de agua).

Por aquí publico las mías tras trabajar varios atardeceres entre blogs y sitios Web esperando que le sirva a más de una persona.

Regla 1: trabaja como si tuvieras la pistola en la sien

Una de las mayores ventajas y desventajas de trabajar desde el hogar o donde sea que haya una conexión medianamente aceptable es que tu uniforme es un short roído y tus herramientas una computadora y un acceso a un ancho de banda. Lo malo es que a pocos metros tienes un colchón y una serie de distracciones que van desde la señora que limpia hasta esas responsabilidades que habitualmente atiende quien se queda en casa.

Para curarte en salud, sé el mejor. Esto no se logra alternando el trabajo con una emisión de televisión o jugando Candy Crush en la tableta. De repente música y eventuales mensajes de texto te ayudan a concentrarte pero en lo que queda de tiempo la cama te llamará como la eterna amante furtiva.

Recuerda que Internet es tu templo. Google es tu pastor. A partir de ahí, nada te fallará.

Regla 2: registra todo

Bien sea por capturas de pantalla o por anotaciones puntuales en libreta, con hora y minutos en mano, el registro te ayuda a taparle la boca a quien se atreva a desafiar tu trabajo.

Desde Venezuela tenemos muchos retos para aceptar antes de ser un freelance: velocidad de conexión, cualquier cosa de índole político y hasta los infames cortes de electricidad. Todo esto se puede justificar no solo al registrar con precisión sino al mantener un compendio para realizar denuncias ante cualquier instancia, bien sea en el ámbito laboral o en instituciones gubernamentales.

Lo importante es tener constancia para rebatir cualquier argumento.

Regla 3: el trabajo no se fía. Nunca

Fotografía: Ed Yourdon
No creo ser el único que ha aprendido esto a los golpes. Dejar en concesión el trabajo significa confiar en una persona desconocida que en la mayoría de las veces puede dejarte sin un centavo en la cuenta tras varias horas de retina quemada en un monitor.

Sé el banco. Pide referencias. Arma toda la burocracia que te pediría una institución para abrir una cuenta o si el tiempo juega en tu contra, al menos asegura un porcentaje de pago final.  Muchas veces no es viable este escenario, por lo que toca condicionar la labor: dar muestras médicas al paciente hasta que dé señales de mejoría. Si no vale la pena, sé infame y deja morir esa relación.

He escuchado a personas trabajando en medios indicando que la primera experiencia freelance debería ser gratuita para después comenzar a cobrar. Si es así el camino, que el sendero sea propio y no de otro.

Regla 4: si hay que suplicar el servicio 2 veces, no vale la pena

Si vas a mendigar, que sea a los padres, a los tíos, a los hermanos o a los primos cercanos y no a los clientes.  Si hay que insistir para que “por favor recuerde el pago” o “está bien, le voy a bajar el precio para que comencemos”, déjalo ir. La explicación aquí es igual a cuando perdemos a una novia: hay muchos peces en el agua para desperdiciar la red en ese batracio.

Lo mismo aplica cuando tenemos que colocar en manos de tercero un servicio que no ofrecemos. Sí, la situación no está para ser tan selectivos pero de seguro podemos redirigir nuestros esfuerzos en algo mejor.

Regla 5: a la familia no se cede a resguardo el dinero

Puede que incluya este punto porque a mí me haya sucedido que entre tres primos se quedaron con el 50% de mis ganancias en dólares de un año  y hasta la fecha no ha retornado a mis manos, pero realmente ¿conocemos cómo manejan su dinero nuestros familiares?

En este aspecto pasa con lo mismo que los médicos a la hora de operar. Podemos interactuar, trabajar juntos pero el dinero no debería resguardarlo nunca este tipo de persona por una sencilla razón: siempre va a salir el lado sentimental. Si compartimos con ese familiar, va a llegar un momento en el que nos indica “¿gastaste en eso y no puedes invertir en esto?”. Pasamos mucho tiempo con ellos (o al contrario, poco tiempo) y va a surgir el elemento emocional.

Salvo contadas excepciones, ninguno puede guardarlo bien sin –mal- asesorarte. Así que para evitar posteriores confrontaciones que van a fastidiar las cenas navideñas, es preferible abrir por adelantado una cuenta en PayPal, recibir Gift Cards o buscar las cuentas en dólares en bancos nacionales. Todo por mantener lazos.

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