Archive for diciembre 2014

Sinfonía del sostén

Foto: Google Images

Sostén I

Se acerca a un famoso local de venta de interiores, pantaletas y sostenes. Tiene unos cuarenta años y es voluminosa. Descubre que hay ofertas aunque, como todo en el país, limitan la compra a dos unidades por persona. Rebusca entre ganchos, en pilas a mitad de tienda donde múltiples manos desbaratan cualquier acomodo que pudiese haber. Busca un encargado pero todos están entretenidos aclarando dudas en ese mar de interesados.

Su voz traspasa a la multitud y llega al cajero, atareado con las tarjetas de débito y el efectivo.

-Mirá, ¿tenéis algo como pa mí?

El veinteañero mira de reojo y sin perder la seriedad retorna la mirada a los papeles y a su teclado.  La mujer no se mueve.  Ajusta la inmensa cartera que lleva sobre su hombro y aprisiona sus senos uno contra el otro elevándolos un poco más de su altura natural.

-Mirá, que si tenéis algo para estas dos.

El joven vuelve a mirar y se ríe. Termina de atender y desde el mostrador, con la misma intensidad de voz, le responde a la mujer.

-Señora, puede pegar dos sostenes de la promoción a ver si le cubre una pero usted lo que necesita es un paracaídas para que medio le tape.

Sostén II

Foto propia (2014)
Es sábado. El matrimonio está en su ocaso. Los invitados acaban con el whisky barato sobre las mesas y hablan de comprar varias cajas de cerveza para continuar en la casa de alguien con la rumba.

Las madres de los infantes se despiden con los pequeños invitados cargados en brazos. Algunas doñas recogen los centros de mesa. La tía de la novia, entrada en años pero con un sugerente vestido, pasa silenciosa por la pista de baile. Esquiva a varias parejitas que bailan un vallenato rancio pero movido. Se acerca hasta la mesa de dulces y en medio de la oscuridad se toca el seno derecho.

Mira a los lados, creyendo que nadie la observa. Vuelve a tocarse, como si se tratara de un previo a una mamografía, y despliega  con lentitud una bolsa de plástico que ha guardado cuidadosamente en el sostén. Vuelve a mirar a los lados mientras que con un golpe seco al aire termina de desenrollar el envoltorio. Acto seguido guarda allí cuanto postre los comensales han omitido.

Al otro lado de la tabla, entre las sombras, el primo del novio muerde pequeños brownies y pie de limón en miniatura.  Se entretiene con un sabor crocante cuando ve a la señora. Sus miradas se cruzan cuando esta saca del otro sostén una segunda bolsa.

 Ambos se regalan una sonrisa forzada e incómoda. Cada uno termina lo suyo y toma con velocidad el camino hacia sus respectivas mesas, queriendo desaparecer entre los grupos que bailan en la pista.

Sostén III

Foto propia (2014)
Es domingo y Luis Chataing presenta su stand up por tercera vez en el año a casa llena en un reconocido auditorio de Maracaibo. Él interactúa junto a su compañera JeanMary con el público.
Ella, sonriente, pregunta si alguien en la sala desea regalar o donar algo que el equipo de Chataing pudiese utilizar en una próxima producción.

Una chica, que dice tener dieciocho años, levanta la mano. Despliega su mano entre el diminuto top rojo que lleva para sacar, con destreza, un sostén de color negro.

Jeanmary intenta recogerlo pero la chica se niega. Se levanta de su puesto, sube las escaleras, camina hacia Chataing y le entrega con un beso la prenda de vestir.

Él, intentando no ruborizarse lo agradece y muestra a la audiencia. Toma nuevamente el micrófono y se refiere a la chica mientras ella vuelve a su lugar en la primera fila.

-Quisiera tener tu facilidad de sacarme así el interior sin quitarme la ropa.

domingo, 7 de diciembre de 2014
Publicado por: David Padilla g
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