Publicado por: David Padilla g domingo, 11 de enero de 2015


Venezuela sigue albergando a emprendedores que usan pequeños espacios para mostrarse con marcas y talentos locales como alternativa al comercio tradicional.

Publicado originalmente en El Toque, de RNW

 “Dijimos temerosamente: vamos a ver qué sale de aquí”, comenta Johana Cruz, para entonces de 27 años, al explicar cómo se planteó lanzar junto a su excompañera de universidad, Luisana Delgado, un bazar itinerante de marcas independientes en la ciudad de Maracaibo.

Para el momento no eran muchas las opciones en su futuro. Estaba desempleada, hastiada de trabajar para alguien más y definitivamente quería ser su propio jefe. Ambas tomaron así la idea de que había “mucha gente diseñando” sin saber que tan amplio era este mercado.

Comenzaron con el pensamiento de unos tres expositores en un local que hace las veces de centro nocturno. En la convocatoria se anotaron más de 30 personas pero al final asistieron 50 quedando otro buen lote en lista de espera.

“Allí vimos que este movimiento tenía fuerza en la ciudad y en el país, además de que había un vacío porque mucha gente estaba haciendo cosas con sello propio pero no tenía dónde ni cómo exhibirla para la venta”, asegura Johana.

Así nació lo que hoy se conoce como Bazar Más, una iniciativa que cuatro años después de ese inesperado comienzo sigue albergando en esporádicas presentaciones en hoteles a diseñadores y vendedores relacionados con el mundo cultural, de la moda, de los accesorios y hasta de la gastronomía local.


En ese 2010 en el que Venezuela volvía a tener oposición dentro del Parlamento Nacional y en el que recordaría su acentuada división política en la renovación de alcaldes y gobernadores, se hicieron a casa llena cuatro ediciones de este particular mercado en menos de tres meses.

Fue a partir del segundo año cuando Bazar Más se consolidó en un frente comercial para un perfil de emprendedor, en apariencia disperso e irreconocible en la región, que llamó a su vez a un público ansioso por explorar alternativas a los comercios tradicionales.

“Cada vez tenemos más y nueva gente participando –afirma Johana-, más gente asistiendo. Hay muchos que nos escriben mediante las redes pidiendo nuevas ediciones porque saben la calidad de los expositores que tenemos”.

Esta experiencia ha mutado añadiendo a su catálogo un programa de radio pero también en un punto en la agenda en que ambas chicas se aseguran de que una fundación u organización sin fines de lucro se beneficie con eventos relacionados, como un desfile de modas utilizando diseños de las marcas presentadas.

Más allá del bazar

Un día normal empieza a las ocho de la mañana con la decoración del salón y del montaje de las mesas de exhibición. Tanto Johana como Luisana manejan un estimado de 89 espacios para más de 100 expositores que comparten áreas dependiendo de si son marcas pequeñas, grandes o con intereses comunes.

A partir de mediodía y entre nueve a nueve y media de la noche comienza a fluir como río tras la lluvia un buen grupo de gente que prueba, mide o calza una cantidad inimaginable de productos artesanales que cancelan en efectivo o débito y crédito en el área comercial designada.

“Hasta que no se vaya el último cliente no se cierra el bazar. Quizás el día después es cuando toca lo más duro porque es la parte administrativa”, reconoce Johana.

En cuatro años de cambios de locación, de recoger mesas y de sacar cuentas, ha sido el contacto con la gente lo que le ha quedado a este par de egresadas de Comunicación Social como parte de su anecdotario. Usa como ejemplo a unas chicas del último año de bachillerato que comenzaron haciendo sus accesorios utilizando a Bazar Más como vitrina y que hoy en día están a punto de mostrar su exhibición en un local de su propiedad.

“Hemos conocido gente maravillosa. Muchas personas han crecido y han montado su propia tienda. Ya establecidas –continúa Johana- dejaron de participar abriendo espacio para otras marcas aunque hay muchas que aun así siguen acompañándonos en cada edición porque el público que va a no es el mismo que asiste a un centro comercial”.


Al reflexionar sobre el valor de este mercado en un país con una economía donde más del 40% de su fuerza laboral es informal, no duda en decir que hoy muchos venezolanos siguen teniendo miedo en abandonar su puesto laboral y que su reto a futuro será seguir mostrándoles opciones para seguir progresando en el país.

“Hay personas que tienen talento –indica-  pero no se arriesgan a dejar su trabajo porque no saben qué puede pasar. Hemos visto gente que una vez que arranca, ve el potencial que tiene su negocio de manera organizada y con trabajo constante de calidad. Venezuela necesita gente así, gente que crea en lo que tiene y que le guste lo que hace y que en un trabajo de quince y último definitivamente nunca lo conseguirán”.

Fotografías: @bazarmas

Deja un comentario sobre este texto

Subscríbete a este texto | Subscríbete a los comentarios

Lo más visto

Con la tecnología de Blogger.

- Copyright © Dawarg -Metrominimalist- Powered by Blogger - Designed by Johanes Djogan -