Publicado por: David Padilla g lunes, 24 de febrero de 2014

Foto: AVN
Comencé a buscar la palabra diálogo en el diccionario de la Real Academia Española y me encontré una definición que mordía la cola de otra respuesta. Una infinita acción sobre otras que no lleva a nada.

Me conformé con ese criterio para aplicarlo a Venezuela simplemente porque se ha usado como consigna de campaña, como leyenda para explicar a los chamos que otros tiempos eran mejores y hasta para probar si diciéndolo tres veces -como en Jumanji- termina el juego tan espantoso que atraviesa el país.

Se puede hablar de que hubo un real contacto entre las fuerzas políticas en diciembre de 2013, cuando un conjunto de alcaldes electos de la oposición criolla se reunió con la representación oficial del gobierno de Nicolás Maduro.  El micrófono estuvo de ambos lados de la cancha. Hubo irrespeto, sí, pero se habló de temas de interés bajo la mirada impaciente de toda una población que le daba rating al canal del estado. 

Al final cada quien sacó provecho mediático de la situación. Todos estuvieron dispuestos a trabajar por la nación pero ninguno dio un paso definitivo para hacerlo juntos. No hubo la tan anhelada mezcla de ideologías sino una reunión entre “ellos” y nosotros”.

Foto: AFP
Lo que hay. Dos devaluaciones después y 28% de escasez en alimentos, sigue urgiendo el diálogo. Si a ese coctel se le agregan protestas, muertos, torturados y censura, ya embriaga sin haber siquiera llegado a marzo. Mientras la MUD y los estudiantes se manejan con una serie de acciones dispersas, la administración del ungido de Hugo Chávez va por las ramas del bosque de incoherencias.

Así vemos, por ejemplo, al Comandante en Jefe bailar en cadena de radio y televisión después de decretar duelo nacional por el fallecimiento del insigne Simón Díaz.

Ni hablar de la imposición de un día no laboral para recordar lo triste que fue para la historia venezolana el llamado Caracazo casi a la par de recomendar el disfrute inmediato, con jolgorio, de los carnavales.

Lo que nos queda. Si no hay puentes, nos queda abrir ventanas y dejar que las ideas fluyan. Nos toca hacer lo que pedimos: escuchar. Yo no he querido dar conclusión a este texto simplemente para cambiarlo por ideas escritas de amigos. Se identifican con el gobierno nacional de Venezuela pero buscan, como todos, la paz.



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